Por Luis Orlando Rodríguez Rodríguez www.cubacine.cult.cu
Ninguna fecha podía ser más propicia para que un elenco con Mirtha Ibarra entre sus principales, rindiera homenaje a uno de los puntales más altos jamás erguido del cine cubano: Tomás Gutiérrez Alea, en la fecha de su onomástico. Era la premier de Se vende, del actor derivado en cineasta Jorge Perugorría, menestra de muchos comensales a las 3.00PM de este martes y azaroso pretexto para reencontrar al Diego de Fresa y chocolate.
La liza una vez más, el cine Chaplin, y una concurridísima sala que aclamó con ovaciones la presentación detallada de cada uno de los actores intervinientes en el filme. A los aplausos que precedían la aparición de sus protagonistas: Dailenys Fuentes, el propio Jorge, Mirtha, Yuliet Cruz y Mario Balmaseda; endilgaron los provocados por Aurora Basnuevo, Coralita Veloz, Mario Limonta y Néstor Jiménez, en la producente unión de jóvenes caras del cine cubano con figuras más consagradas devueltas a la gran pantalla.
Asimismo se invocó la presencia en escena de Juan Carlos Tabío–a quien también estuvo dedicado el filme–, que acudió al estrado bajo los títulos de “profe”, con cariño concedido por su también discípulo y actor fetiche, Perugorría.
El largometraje, en palabras de su guionista y director: “es una historia de humor negro, que escoge la muerte como pretexto para hablar de la vida. Esta película es un canto a la vida”.
Esta es una comedia que abreva en algunas esencias de otras anteriores, aquellas que hablan de difuntos y las alternativas de la sobrevivencia. Eso sí, con distancias y desniveles que la salvan de calcos y reiteraciones de sus posibles antecedentes cinematográficos. En literatura nos recuerda al autor de La pupila insomne –Rubén Martínez Villena–, cuando se mofa de los temas funerarios en “Canción del sainete póstumo”, al menos por el tono farsesco y desacralizador empleado.
Se vende, a modo de sinopsis, versa sobre los infortunios económicos de Nácar que, precisada a subsistir y compulsada por los consejos de su difunta madre –defendida por Mirtha Ibarra–, pone en venta desde las osamentas de sus predecesores hasta la bóveda familiar, únicos bienes realizables mercantilmente hablando. Su encuentro con el personaje interpretado por Jorge es decisivo en tales propósitos.
Perugorría culminó el 21 de enero de 2012 el rodaje de Se vende. Pasó desde entonces casi un año para que su película, producida por NMP International S.A. y el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), viera la luz en pantalla, a propósito del 34 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. La banda sonora se le encargó a Andrés Levin y contó con la actuación especial de Juan Formell y los Van Van, que interpretaron un tema compuesto especialmente para esta historia.
“No quiero llanto” pudieron ser también las palabras que animaran la cita. Ponerlas en boca de Perugorría no hubiera asaltado a la originalidad del programa de Antolín y sí el sentido optimista de los que, fulminados por los avatares –y de ahí va el mensaje de la película–, aún se empeñan en disfrutar del regalo que es la vida.