martes, 16 de diciembre de 2014

Críticas de la película Amor Crónico


Perugorria combina a la perfección las grabaciones de conciertos en vivo de Cucu Diamantes y sus presentaciones estilo cabaret en toda Cuba —en la primera gira de conciertos en más de 50 años de un artista que no sea del país— con una narrativa llena de humor y homenajes a películas y cineastas clásicos, incluso a las películas cubanas subterraneas.

Amor crónico es una película cautivante y entretenida y sugiero que la vean en un cine con un excelente sistema de sonido.

Debbie Cerda - Slackerwood



Las filmaciones de los conciertos tienen una energía maravillosa: Diamantes viste atuendos llamativos y reveladores, el enorme conjunto musical que la acompaña bulle de pasión y entusiasmo, y la multitud se enloquece. En el escenario, Diamantes hace un uso memorable de la utilería: fuma cigarros, toma tragos de whisky y, lo más sorprendente, sube por una escalera en forma de tacón de aguja.

Anthony Falco - Indiewood Hollywodn't



Amor crónico es un retrato bien documentado de uno de sus brillantes talentos musicales. La película, de manera acertada, no pierde tiempo en tramas argumentales superfluas que vayan más allá de las canciones y fantasías de Guarapo. Será intrigante seguir la carrera de Diamante luego de Amor crónico. ¿Quién sabe?, tal vez la veamos en algún escenario, de Miami o Nueva York.

Diamante cree que la gira es un paso progresivo en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Está en lo cierto: esta es la primera visita al país en más de 50 años de un artista musical que viva en el extranjero. Entonces, junto a la impactante (y, por lo general, semidesnuda) cantante se encuentra el igualmente bello país en que nació. De un modo muy similar al film producido por Spike Lee Manos sucias, que seguía a dos hermanos en un viaje por Colombia, Amor crónico presenta a una Cuba que la mayoría de los espectadores de Estados Unidos no creen que exista. Los occidentales están acostumbrados al enfoque de los medios occidentales: ¿adivinen hacia dónde se inclinan? No quiero decir que el país ubicado a 145 kilómetros del extremo de la Florida no tenga sus problemas a nivel burocrático, pero si la mayoría de los sondeos norteamericanos indican que el embargo es inútil, ¿no es hora de que veamos algunas postales impecables de Cuba?

Daniel Engelke - Film Monthly

sábado, 13 de diciembre de 2014

Dos filmes cubanos por Premio de la Popularidad

Vestido de novia, el drama cubano de Marilyn Solaya que narra la historia de la primera persona transexual cubana, marcha en la punta de las votaciones por el Premio de la Popularidad del XXXVI Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.

La cinta se sitúa en la Isla en el año 1994 y toma como motivo argumental el relato de amor entre Ernesto (Luis Alberto García) y Rosa Elena (Laura de la Uz) para proponer una reflexión sobre la violencia hacia la mujer, la intolerancia y la hipocresía.

En la segunda posición entre las cintas más votadas por los espectadores asistentes al XXXVI Festival del Nuevo Cine corresponde a Fátima o El parque de la Fraternidad, de Jorge Perugurría, ambientada en el universo de la homosexualidad en Cuba.

Relatos salvajes, drama argentino de Damián Szifron, está ubicada en la tercera posición en las calificaciones, cuyos resultados finales se darán a conocer el próximo domingo en la gala de clausura y premiación de la cita habanera, con sede en el cine Charles Chaplin.

Esta película de Szifron es considerada como una de las fuertes candidatas al Gran Premio Coral, luego de pasear con éxito de taquilla y público por más de una decena de festivales internacionales.

Ganador de varios lauros de la Academia Cinematográfica de Argentina, el filme ya obtuvo el Premio Glauber Rocha, que otorga la prensa extranjera acreditada en la cita habanera.

El Premio de la Popularidad tiene un gran valor para los cineastas asistentes al evento por las características sui generis del público cubano, que todos los años, en el mes de diciembre, colma las salas y pasa varias horas de colas para disfrutar de las películas.

Tras La pared…: ¡palabras!

Jaisy Izquierdo
Fernando Pérez, conversa con nuestro diario acerca de su más reciente película, La pared de las palabras, estrenada durante el 36 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano
Desde el día en que vi a Jorge Perugorría entrar a una conferencia de prensa con la cabeza rapada y notablemente adelgazado, el bichito de la curiosidad me mordió ineludiblemente. Estaba filmando, explicó entonces, la nueva película de Fernando Pérez.

Por eso, cuando supe que finalmente La pared de las palabras se estrenaría en esta 36 edición del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, hasta Alemania llegaron mis palabras, apretadas en un cuestionario que, por suerte, y sobre todo gracias a la amabilidad de Fernando, no chocó «contra la pared».

El autor de emblemáticas películas del cine cubano como Clandestinos, La vida es silbar y Madagascar, y premio Nacional de Cine 2007, quien pocos detalles había adelantado a los medios durante la producción de la cinta, nos revela ahora, vía correo electrónico, algunos pormenores.

Esta obra, que compite por el Coral al mejor largometraje de ficción con una historia sobrecogedora, nos acerca a Luis (Jorge Perugorría), quien padece una enfermedad neurológica que perjudica su comunicación y movilidad, y que afecta también de diversas maneras a su madre (Isabel Santos), hermano (Carlos Enrique Almirante) y abuela (Verónica Lynn).




¿Cuál es «la pared de las palabras», es solo la del silencio impuesto por una limitación física?

La pared de las palabras intenta ser una reflexión sobre el dolor y los límites del sacrificio. La familia del protagonista es disfuncional porque con frecuencia las palabras no logran expresar lo que los sentimientos y las emociones determinan.

¿Qué hacer cuando nos enfrentamos a ese «muro», a ese dilema que es la incomunicación humana? ¿Qué propone su película al respecto?
La película no se propone una sola respuesta al respecto. Quizá haya tantas como espectadores existan porque, al igual que los personajes del filme, no vemos las cosas como son sino como somos.

La de Francisquito, el niño Down de Suite Habana y su padre es también una historia sobre la discapacidad y el amor como medio para saltar barreras físicas, sociales, económicas… ¿Fue este un referente a tener en cuenta a la hora de hacer La pared…?
Sí. Francisquito es hoy un joven trabajador en un mercado agropecuario y de hecho hubiera podido participar en esta película como actor. Pero en esta ocasión necesitaba que el personaje fuera femenino y por eso está Maritza Ortega, quien padece la misma afección y es, también por naturaleza, una actriz.

«Lo que más me interesa de tu pregunta es la afirmación de que “la discapacidad y el amor” pueden ser un “medio para saltar barreras físicas, sociales, económicas” porque la película trata de expresar con imágenes esa idea».

Una película con una carga dramática tan fuerte depende, en gran medida, de la interpretación. ¿Cómo fue el trabajo con los actores, especialmente Isabel Santos y Jorge Perugorría, un actor con el que no había trabajado antes?
Le debo esta película a Jorge Perugorría. Fue él quien me llamó para ofrecerme la historia escrita originalmente por Zuzel Monné y en la cual él soñaba con interpretar al protagonista. Nunca pensé filmar una película sobre este tema, pero el destino existe.

«Una vez que estuvo concluido el guión junto a Zuzel, confirmé que La pared de las palabras tenía su línea principal en el trabajo de los actores. Hacía rato no convocaba a Isabel y la busqué. Ella se identificó inmediatamente con su personaje. Y así pude contar igualmente con Laurita de la Uz, con Carlos Enrique Almirante, con Verónica Lynn, con Ana Gloria Buduén y tantos otros. No puedo dejar de mencionar al grupo de actores que interpretó a los pacientes. A ellos les debo su caracterización y entrega».

¿Cómo fue la experiencia de filmar en la Quinta Canaria, y adentrarse en el mundo de las enfermedades mentales?
Teníamos la posibilidad de filmar la institución mental en locales escenográficos. Pero decidí hacerlo en la Quinta Canaria porque su atmósfera nos ayudó a compartir, sentir, vivir, y por lo tanto expresar mucho mejor lo que queríamos decir.

«Recuerdo que cuando algunos actores llegaron allí por primera vez se echaron a llorar. Luego el llanto cedió el paso a la comprensión y todo fluyó con dolor, pero con natural armonía.

«En el sentido organizativo y profesional fue más difícil, pero en el plano artístico, y sobre todo humano, resultó una experiencia irrepetible. Nunca olvidaré que ya casi al final del rodaje el personal médico, los pacientes y nosotros éramos un solo equipo: señal de que en la comunicación humana no existen fronteras (aunque muros hay) entre locura y cordura».

Con esta película ha experimentado por primera vez la producción independiente. ¿Qué conclusiones ha sacado respecto a este modo de producción tan defendido por las nuevas generaciones de realizadores?

Siempre he pensado que uno debe demostrar en la práctica lo que predica en teoría. He defendido al cine independiente desde sus inicios cuando incluso la palabra «independiente» era casi impronunciable. Mi incorporación a la Muestra de Cine Joven fue, para mí, una manera de compartir con los jóvenes sus inquietudes y búsquedas. Y cuando ya no tuve más un cargo de responsabilidad en la Muestra (aunque sigo perteneciendo y trabajando para ella) me dije que tendría que retirarme (simbólicamente, porque a mis 70 años no me siento un jubilado) para lanzarme al río cuyo cauce es el que dinamiza y dinamizará al sistema de producción de nuestro audiovisual.

«El equipo de La pared de las palabras fue reducidísimo. Una mitad éramos profesionales jubilados y entusiastas; y la otra, jóvenes emprendedores y entusiastas también. El proceso de prefilmación y rodaje se desarrolló de un modo muy fluido y me encantaría repetirlo. Pero debo aclarar que hacer cine independiente es únicamente “otra” manera de hacer cine en Cuba, lo cual no significa hacer cine negando al Icaic. Yo volvería a hacer otra película dentro de la industria si fuera necesario.


«Lo importante de la existencia del cine independiente es el derecho a la diversidad, porque esa diversidad contribuye de una manera natural y orgánica a la flexibilización, modernización y desarrollo de nuestra industria, que en muchos aspectos se ha amoldado a las circunstancias sin modificarlas.

«Camilo Vives, que soñó y se lanzó junto a mí para hacer nuestra primera película independiente, contribuyó durante toda su vida en el Icaic a dinamizar la producción cinematográfica desde su atipicidad. No está entre nosotros para ver los resultados, por eso La pared de las palabras también está dedicada a él».


Fuente: www.juventudrebelde.cu

Fernando Pérez: La pared de la palabra independiente

Por Alejandro Rojas Espinosa

Un viejo refrán dice que todas las paredes tienen oídos; sin embargo, las del realizador cubano Fernando Pérez tienen mensajes escritos. Del director de Clandestinos (1988), Madagascar (1994), La vida es silbar (1998), Suite Habana (2003) y José Martí: el ojo del canario (2010), entre otras, nos llega este año al Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano La pared de las palabras.

La historia nos cuenta la vida de Luis (Jorge Perrugorría), un muchacho que desde su infancia padece una distonía y le resulta imposible comunicarse a través de las palabras o el lenguaje corporal. Con un elenco integrado por Isabel Santos, Laura de la Uz, Verónica Lynn y Carlos Enrique Almirante, entre otros, esta película nos propone una reflexión sobre lo difícil que es el fenómeno de la comunicación humana, el dolor y el sacrificio.

Fernando, ¿qué tiene de nuevo esta película, además de la historia que nos propone?

La pared de las palabras es una película que realicé de manera independiente; es mi primera experiencia en ese sentido y era algo que quería hacer desde hace mucho tiempo. Me gusta trabajar con los jóvenes, y no es que hacer este tipo de producción sea exclusivo de la juventud, pero sí tiene que ver mucho con ellos.

Yo acabo de cumplir 70 años y quise lanzarme a este río para probar también en la práctica lo que uno defiende en la teoría y ha sido, en ese sentido, una experiencia muy enriquecedora.

La trama de la película es un poco atípica. ¿Cómo llega esta historia a usted?

Es un filme que considero muy personal, como todas las películas que he hecho, pero esta particularmente requiere del espectador un estado de ánimo especial para verla. No porque sea muy complicada desde el punto de vista de su lenguaje, la considero clásica desde el punto de vista narrativo, pero sí por lo que muestra hay que estar un poco preparado y decidir que uno quiere ver una película así.

Gran parte del filme ocurre en una institución psiquiátrica, hay pacientes discapacitados y esa es una realidad que a veces no resulta agradable de ver.

Pero tengo muchas expectativas como siempre, y me agrada que sea en el Festival la presentación, aunque me hubiera gustado un estreno más tranquilo en los cines y no en el maratón festivalero. Incluso, me hubiera gustado hacer un recorrido con el filme por todas las provincias y, por último, llegar a La Habana, pero ese plan queda para el próximo año entonces.

¿Por qué decide dar el paso a la producción independiente?

La vida me lo dio así, era el momento de lanzarme a hacer una película independiente y el tema que tenía era ese. La historia llegó porque Jorge Perugorría, el actor protagonista, me llamó y a él le debo la película.

Perugorría me presentó el guión de Zuzel Monné y yo lo leí, me interesó mucho el tema y después trabajé con ella una versión conjunta y ahí decidimos entre Jorge, Camilo Vives y yo, hacer una película independiente. Era el momento que yo sentía que debía hacerla y creo que el tema lo permitía, porque es una cinta contemporánea y no requiere inversiones en vestuario de época, en escenografías, que hubiesen complicado el proceso.

A su juicio, ¿cuáles son las ventajas de hacer películas independientes?

Yo creo que eso da para un tema largo. Nosotros los cineastas nos estamos reuniendo periódicamente en el Centro Fresa y Chocolate para discutir y plantear nuestros puntos de vista sobre las perspectivas del audiovisual cubano y, por supuesto, la necesidad de reconocer ya definitivamente la importancia y la presencia del cine independiente en Cuba.

Pero de ninguna manera esto quiere decir que se niegue la producción de la industria; solo que son dos maneras de producir que enriquece la filmografía del país, porque se diversifica y la diversidad siempre enriquece.

Y, ¿cómo le fue a usted en este modo de producción?

La experiencia particular de filmar de manera independiente fue muy positiva, porque fue muy fluida. Primero éramos un equipo muy reducido, compuesto por casi la mitad de profesionales jubilados pero con mucho entusiasmo, y de jóvenes emprendedores, con mucho entusiasmo también, y lo que predominaba era la necesidad de resolver y la flexibilidad.

Con el cine independiente empieza uno a saltarse procesos institucionales que, a veces, complican y retardan las dinámicas de producción.

Pero nuestra aspiración es que el audiovisual cubano logre reafirmarse en la producción independiente, en la existencia de un instituto de cine más flexible y dinámico, y que exista una ley de cine que regule, no que controle la producción independiente.

(Tomado de Sitio Oficial del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano)

jueves, 11 de diciembre de 2014

El regreso de Fátima




Por Adriana Zamora

Jorge Perugorría ha hecho un filme interesante a partir de un cuento de Miguel Barnet lleno de estereotipos.

Hace algunos años, cuando leí el cuento "Fátima o el Parque de la Fraternidad", de Miguel Barnet, no me entusiasmó demasiado. Consistía en un monólogo demasiado largo de una prostituta travesti en La Habana, estereotipada a más no poder, reiterativa y hasta afectada en ocasiones. Aunque no se puede acusar a Barnet de escribir mal, al cuento le sobraban páginas y a Fátima, la protagonista, le sobraba histeria.

Al ver en la cartelera del 36 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano que Jorge Perugorría presentaba una película basada en el cuento, me pregunté: "¿Qué habrá hecho Pichi con el texto? ¿Será su Fátima como la de Barnet o logrará sacarla del estereotipo?".

La proyección en el cine Chaplin estuvo precedida por unas palabras del director de la película, quien agradeció al ICAIC, al Festival y a todo el equipo de realización. Luego, Carlos Enrique Almirante, el protagonista, dedicó su actuación a su padre, el actor Enrique Almirante. Estas palabras conmovieron a un auditorio de colegas, pues fue escaso el público no acreditado que alcanzó a entrar en la sala.

Ver la película despejó mis dudas. El guión de Fidel Antonio Orta, la dirección de Perugorría y, sobre todo, la actuación de Carlos Enrique Almirante, entregaron al público cubano una Fátima más humana, cercana y hasta entrañable.

El texto de Fidel Antonio Orta no pudo prescindir de la narración en off de Fátima, ni de los soliloquios de esta frente a la foto del amante ausente. Era de esperar, dado que el cuento de Barnet tiene demasiadas divagaciones y convertirlas en acción dramática era una tarea titánica de la que Orta salió bastante bien parado, pese a todo.

La dirección de Perugorría apostó por la naturalidad y por la importancia de algunos detalles que dieron vida y veracidad a la obra. Detalles de caracterización, como el póster de Rosita Fornés en la pared de Fátima o las chancletas rojas con floripondio que usa para irse a bañar al aseo comunitario. Detalles de ambiente como el telón de fondo del bar de travestis La Potajera de Bejucal, hecho con pomos plásticos de litro y medio. Detalles que dicen más que los parlamentos, como cuando Manolito (Fátima) le anuncia a su amiga La Gorda que decidió dedicarse a la prostitución y mientras lo dice, tras el buró donde ella trabaja se lee un cartel de esos tan comunes en la propaganda revolucionaria: "Creemos en el futuro".

Las escenas de sexo son otro punto que llama la atención en el guión y la dirección de la película. Pudiera parecer que no las hay, pero sí. Lo que ocurre es que, besos apasionados aparte, las imágenes de sexo son sustituidas por escenas con gran carga de erotismo. ¿Qué podría ser más sexual que dos jóvenes semidesnudos cabalgando sobre el lomo de un mismo caballo? ¿O que dos hombres bailando a solas una rumba donde uno vacuna al otro?

Carlos Enrique Almirante en su caracterización de Fátima, siguió la misma línea de naturalidad planteada por el director. Es muy común en Cuba escuchar a la gente decir, refiriéndose a un travesti: "Quiere ser tan femenino que es más mujer que las mujeres". La Fátima de Almirante está alejada de esa línea que se asocia con el estereotipo del travesti, exagerado y hasta grotesco. Fátima no es un hombre imitando a una mujer, es una mujer que nació por error dentro del cuerpo de un hombre. Cuando habla por teléfono, cuando conversa con su amiga en el balcón, cuando se pone crema en la cara, la Fátima de Almirante es femenina, sin necesidad de estridencias. Sigue siendo devota, obsesionada con las monjas y los ángeles, admiradora de Lady Di, enamorada hasta la muerte de un hombre que la prostituye en su beneficio y aún fuera del país sigue explotándola. Sin embargo, la Fátima de Almirante y Perugorría es sensible donde la de Barnet podría ser sensiblera.

La película cuenta con otras interpretaciones de lujo: Broselianda Hernández es la madre de Manolito­-Fátima, una mujer amorosa y sencilla, abusada por su marido y defensora de su hijo. Es tan simple que, teniendo dinero para comer, solo sueña con carne de puerco y congrí. "¡Aceitunas!", dice extrañada. "Mousse de chocolate... ¿qué es eso?"

Néstor Jiménez, también está brillante en su papel del padre alcohólico, homofóbico y violento.

Tomás Cao interpreta a Vaselina, el amante y chulo que usa a Fátima y mantienen una relación apasionada y contradictoria.

Mirtha Ibarra es La Gorda, amiga de Fátima, que representa el mejunje que es la espiritualidad criolla. "Si nos vamos a quedar en este país hay que meterle a todo", declara.

Bien las amigas travestis de Fátima, interpretadas por Cucú Diamantes y Jazz Vila, personajes llenos de simpatía.

Pequeño, pero contundente, el personaje del camionero de Patricio Wood, una representación del prejuicioso hombre cubano que disfruta el cuerpo de Fátima, pero le aterra que alguien se pueda enterar de su "desliz". Un hombre que pasa de la frase "No hay miedo" a "Yo nunca había hecho esto" con una naturalidad que espanta.

En el caso del piloto interpretado por René de la Cruz Jr., nos enteramos de que es valenciano porque lo dice la voz en off, pues las "zetas" que le parecen tan simpáticas a Fátima el actor nunca las pronuncia.

No se pueden pasar por alto las situaciones que son, en esta película, una crítica implícita a la sociedad homofóbica que vivimos. Que un jefe tenga que "convencer" a sus empleados de que un profesional perfectamente calificado y homosexual tiene derecho a trabajar en una empresa, habla de la discriminación social. También está el padre, que pega a su hijo y le exige: "Baja la manito y coge la cuchara como un hombre". La frecuencia con que los travestis tienen que prostituirse para sobrevivir o mejorar su situación económica queda clara en la frase de Fátima: "Homosexual, travesti y jinetera... La Santísima Trinidad". Se deja ver también la impunidad de la policía para "cargar" a estas prostitutas para la estación, en una nombrada Operación Pluma.

Una crítica fuerte y dolorosa por su recurrencia en nuestra sociedad es la que atañe a la doble moral, representada por el personaje del camionero: Esos hombres que se presentan a sí mismos como "machos heterosexuales" y, al tener sexo con un homosexual, comienzan por justificarse diciendo que fue su primera vez, para terminar con amenazas tan fuertes como: "Cuidadito con conocerme por ahí si no quieres conocer el peso de mi camión".

Fátima o el Parque de la Fraternidad resulta una película interesante, que logra sacar partido favorable de un texto literario, de magníficos actores, de una banda sonora producida por Ernán López Nussa y de una visualidad presidida por una Habana en ruinas que sigue siendo hermosa a pesar de todo. Esta versión cinematográfica desempolvó un personaje y una historia que podía haberse quedado en aquel cuento demasiado largo, pero no fue así. De manera que puede decirse sin problemas: Bienvenida de regreso, Fátima.