domingo, 16 de septiembre de 2001

"Las mujeres me faltan al respeto... pero me encanta"

elmundo.es

Pasó de ser un homosexual (Diego en Fresa y Chocolate) a convertirse en el prototipo del macho latino (Guantanamera) y hasta en un golfo perdonavidas (Asunto Privado). Le gustó la experiencia y ahora repite como bribón engatusamujeres con Manuel Gutiérrez Aragón en Cosas que dejé en La Habana, película que ganó la Espiga de Plata en el último festival de Valladolid, ex-aequo con Dos chicas de hoy, de Mike Leigh. "Parece que la gente necesita verme con mujeres. Voy de golfo en golfo", dice Jorge Perugorría, que estrena en estos días la película de Gutiérrez Aragón.

Pregunta. Entre sus admiradores, ¿quiénes le hacen propuestas más descaradas, los hombres o las mujeres?
Respuesta. La verdad es que los hombres me respetan bastante y las mujeres me faltan al respeto... pero me encanta. Los homosexuales son muy simpáticos. Recuerdo uno que, después de ver Fresa y Chocolate, me dijo: "He llorado tanto que me he tenido que retocar el rímel tres veces".

P. ¿Son críticos con el régimen los intelectuales cubanos?
R. La intelectualidad cubana siempre fue crítica. Por esa razón se han buscado tantos problemas. Hay muchos que no están con nosotros por la incomprensión de algunos.

P. ¿Ha leído a Guillermo Cabrera Infante?
R. Sí, me gusta mucho y estoy francamente contento por el premio (Cervantes) que le otorgaron. Él nunca se fue de Cuba; más bien, se perdió en ella.

P. Es que se dejan muchas cosas en La Habana... ¿No?
R. Claro. Nadie se va de Cuba. Los balseros, los que se marchan al extranjero, creen que se van pero no pueden. Es una enfermedad.

P. ¿Alguien le ha recriminado en la isla su participación en películas críticas como Fresa y Chocolate o Guantanamera?
R. No, nunca. La verdad es que la división política entre los cubanos responde más a una generación concreta y eso se está venciendo. No tiene sentido aceptar que para nosotros, los cubanos, el peor enemigo es otro cubano. Mi generación está construyendo un tercer canal, que no es de un lado ni de otro sino del mismo centro.

P. Curioso, porque en España dos de sus películas sí enfrentaron críticas muy duras: a Bámbola, la tacharon de pornográfica y a Cachito, de blasfema.
R. Yo disfrute mucho con Bámbola y no creo que fuera realmente tan erótica como se dijo. Lo de Cachito es peor. Ocurrió justo en vísperas de las elecciones españolas. Parecía que afloraba una moral de derechas, medio facha, que gracias a Dios no se concretó. ¿Cómo se puede acusar de blasfema a una película que es un cuento de hadas, que parece producida por Walt Disney?

P. ¿Qué relación tiene con Miami?
R. Tengo muchos amigos y también muchos enemigos.

P. ¿Está dispuesto a rodar una película con un cubano del otro lado?
R. Por supuesto. Ningún artista cubano tiene problema para trabajar allí, llevar nuestra música... Creo que ahora los problemas están en Miami. Nosotros hemos evolucionado mucho más. ¡Ya está bien de tanto rencor! ¡Parece increíble que los americanos, que tumbaron el muro de Berlín, no sean capaces de tumbar el bloqueo, que es el muro que separa a los cubanos!

P. ¿Cobra cuando trabaja en películas cubanas?
R. El cine cubano es el que más disfruto porque es en el que más me siento representado. Por supuesto que aquí no me pueden pagar lo mismo que en España, pero no voy a perder un proyecto que me gusta porque no dispongan de dinero para pagarme.

P. ¿Celebra las fiestas navideñas?
R. Sí, de siempre. La Navidad nunca murió. No la retomamos ahora cuando nos dicen que ya se puede. Las tradiciones no se extinguen por imposición. Son las imposiciones las que se quedan en el camino.


Por Javier Espinosa. Fotografía de Montserrat Velando