sábado, 30 de noviembre de 2013

Boccaccio en La Habana

El reconocido director de cine Arturo Sotto adelanta a Juventud Rebelde algunos detalles sobre su más reciente largometraje

Con sus 700 años a cuestas, Giovanni Boccaccio no pasa de moda. La frescura de sus romances, que en 1971 cautivara el alma del cineasta Pier Paolo Pasolini, volvió a colarse entre las líneas de un guión cinematográfico, y cobró piel y alma en esta Habana donde el amor, la perspicacia y la fortuna tejen historias tan cercanas a las del escritor italiano.

Es ahora en las manos del reconocido director cubano Arturo Sotto (Pon tu pensamiento en mí y Amor vertical), que aparecen estas Boccaccerías habaneras, que tendrán su estreno mundial por estos días de Festival. En ellas se reúnen tres historias (Los primos, No te lo vas a creer, y Una historia del tabaco) en las que interviene un elenco conformado por actores como Luis Alberto García, Omar Franco, Mario Guerra, Raúl Lora, Yaddier Fernández, Félix Beatón, Zulema Cruz, Yerlín Pérez y la actuación especial de Jorge Perugorría, Cucú Diamante y el Grupo Habana Compás Dance.

Sotto voce, sin más ruido que el teclear de las letras bajo la presión de los dedos, Arturo compartió por correo electrónico algunos detalles sobre esta obra de la cual fue también el guionista.

¿Qué puntos de contacto encontraremos entre el Decamerón de Boccaccio y el suyo?

Eso está por ver, una cosa son los propósitos y otra los resultados, por ello prefiero dejar a los espectadores las lecturas comparadas y toda suerte de especulaciones en lo que al tema se refiere. Si nos remitimos al texto original recordaremos que los jóvenes personajes del Decamerón huyen de la llamada peste negra y deciden refugiarse en un recinto a esperar que pase la epidemia. Para «matar» el tiempo no hacen otra cosa que contarse historias. De alguna manera crean su propia isla, libres de narrar lo que les plazca, «porque no hay cosa tan deshonesta que no pueda ser dicha con honestas palabras», sentencia Boccaccio.

«A nosotros la Isla nos fue dada y con ella la virtud de fabular, el condicionamiento geográfico potencia la imaginación. Es raro el día que no escuchamos o somos testigos de algún episodio de estafas o amores contrariados, sexo adúltero y furtivo, crisis de fe, mercadeo de la moral y el espíritu. En nuestra versión los personajes acuden a contar historias porque esperan de ello un beneficio económico. La atracción literaria de sus dramas personales o la calidad de lo narrado se convierte en moneda de cambio, rasgo distintivo de una época que se empeña en otorgar a cada acto una medida de valor, un precio.

«El libro de Boccaccio es muy vasto, escribió de lo lúdico y lo divino haciendo de la virtud y el vicio un divertimento. Ojalá y hayamos conseguido, al menos, hacer de nuestras Boccaccerías un espectáculo del divertimento, conservando la fina sutileza que se advierte en el texto que nos inspira».

¿Cómo resultó la experiencia de escribir, dirigir y además actuar?

Escribir debería ser el gran goce, el espacio sin límites donde estaría prohibido dejar de soñar porque en la literatura cualquier universo es posible. El cine, en cambio, obliga a ataduras, establece fronteras de capital. Procuro que esas cuerdas que me restringen adquieran cierta elasticidad, pero lo cierto es que me he acostumbrado a escribir para el cine dentro de un molde de autocensuras que haga viables los proyectos.

«Dirigir es asentarte en realidades concretas, en ocasiones hostiles. Si escribiste con el hábito del monje, ceñido al rigor, para llegar a dirigir debes colgarte el atuendo del comerciante porque te verás obligado a negociar. Te pongo un ejemplo: si unas semanas antes de comenzar un rodaje se produce una reducción notable del presupuesto, debes ajustarte, buscar variantes que no afecten el resultado artístico aunque para ello te veas obligado a sacrificar dividendos. No puedes detenerte, el cine es una maquinaria que si se interrumpe cuesta mucho echarla a andar, al final de la jornada el público y la crítica se ocupan de celebrar o denostar los resultados, a nadie interesan las tribulaciones de un equipo de filmación por no sobrepasar los costos y el insomnio del director. La colaboración del jefe de producción es fundamental, en este caso conté con Francisco Álvarez, con quien ya había realizado La noche de los inocentes.

«En cuanto a mis apariciones, son pocas y forman parte del propio divertimento. Te confieso que nunca pude desprenderme del rol de director y siempre estuve pendiente del trabajo de la actriz o actor que tenía delante».

El título de la producción varió de Boccaccerías mías a Boccaccerías habaneras. ¿En qué medida lo personal dio espacio a lo citadino y cuánto de la ciudad se respira en la película?

He tenido dificultades con los títulos de mis películas de ficción, no me ocurre así cuando escribo cuentos porque la literatura me ofrece más libertades en cuanto a la búsqueda de una sonoridad nominal que sea atractiva para el mercado. Muchas películas se ruedan con un título de producción que cambia para el estreno en salas, es cosa común en la industria cinematográfica. Pon tu pensamiento en mí se filmó como Oreja de pan; Amor vertical fue titulada en fase de guión como No me dejes morir; La noche de los inocentes se escribió con el título de Habana oculta; no es de extrañar entonces que las Boccaccerías… sufrieran similar proceso.

«Como se trataba de una visión muy propia que se inspiraba en dos cuentos del Decamerón, personalicé el título, pero desde el primer plano hasta el último la ciudad fue adquiriendo una presencia que no se limitaba a mero escenario, en el retrato de sus personajes parecía que solo eran posibles porque ella misma los engendraba. Traté de huirle al gentilicio, que ya parece una denominación de origen comercial, pero el amor a la ciudad me rebasaba; de alguna manera ver la película es hacer un repaso de atmósferas, espacios y volúmenes de la ciudad. Entonces recordé aquello que me decía un amigo: “un nombre, más que un nombre es un destino”. Fíjate que el apellido de Eusebio es Leal».

El sentido del humor y la sensualidad son dos claves esgrimidas en otros trabajos suyos y en esta ocasión otro león vuelve a colarse por la trama de Boccaccerías... ¿Se trata de un guiño a su propia filmografía?

No me complacen las autorreferencias, creo que el ego es un enemigo invisible que corrompe el alma de los artistas, hoy día tan de moda. Si algunas claves se hacen recurrentes es porque quien escribe es la misma persona; me atraen aquellos elementos que considero muy cinematográficos y es probable que ese sea el origen de las reiteraciones. Es la primera vez que me planteo escribir una comedia en el sentido más estricto del género, y una comedia sin sensualidad es como un gato sin tejado bajo la luna, le faltaría misterio, luz y belleza.

¿Cómo diseñó el tratamiento fotográfico y qué papel juega en la cinta?

La premisa narrativa, en el orden técnico, era diferenciar de algún modo las historias sin que por ello se afectara la coherencia total, porque en definitiva la película es una sola. Discutí mucho con Alejandro Pérez, el director de fotografía, una puesta de cámara que singularizara cada cuento, de igual forma se trabajó la luz. Ese mismo concepto se tuvo en cuenta para el tratamiento del color y los ambientes en la dirección de arte de Carlos Urdanivia, así como para el diseño de vestuario de Vladimir Cuenca. Si cambiaban los narradores, entonces debían ser otras las formas de contar, la música de Andrés Levin también se ajusta a esa condición. Quizá para el espectador medio no sea muy notable, pero un ojo más avisado puede advertir las diferencias.

De vuelta al Decamerón, ¿cómo fue la experiencia de trabajar con este clásico de la literatura universal?


Leí el Decamerón como si fuese la primera vez, de la lectura de la adolescencia a la fecha han pasado varios ciclones. Apuntaba las sinopsis de cada historia para obligarme estrictamente a la traslación de los sucesos dramáticos y luego los imaginaba en nuestra cotidianidad.

«Debía escribir un solo cuento, de acuerdo con un proyecto original en el que diferentes directores cubanos íbamos a filmar un cuento para unirlos en una película. Al final escogí dos para después seleccionar el que definitivamente iría a la película, con tal suerte que, al frustrarse el proyecto inicial, no tuve que escoger sino adicionar otro cuento de mi autoría para conformar esta cinta».

«El arcón del médico y Tercería involuntaria fueron los dos títulos de Boccaccio sobre los que trabajé. El primero versa sobre el robo de un baúl y el segundo sobre los ardides femeninos. Más que una adaptación cinematográfica, mi intención fue recrear el origen de las historias hacia la conformación de un universo con nuevos personajes, peripecias y conflictos».

¿Qué espera de esta obra en su interacción con el público?

Aspiro al disfrute del espectáculo y aspiro a más, me encantaría que después de ver la película alguna joven vaya hasta el librero de sus abuelos y encuentre el Decamerón de Giovanni Boccaccio; y que esa noche se sumerja en la lectura como quien hace un viaje por un gozo que fatiga, y se quede dormida, con una sonrisa en sus carnosos labios.

Fuente: Jaisy Izquierdo. 30 de Noviembre del 2013. Diario Juventud Rebelde.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Fotos del 31 Torino Film Fest el 26 de noviembre del 2013 en Turin, Italia.

Los miembros del jurado Jorge Perugorria, Stephen Amidon, Francesca Marciano y Guillermo Arriaga durante la ceremonia de clausura del 31 Torino Film Festival en Turin, Italia. 

En la foto aparecen los miembros del jurado Jorge Perugorria, Francesca Marciano, Guillermo Arriaga, Aida Begic y Stephen Amidon.
Fuente: Tullio M. Puglia/Getty Images Europe)

lunes, 25 de noviembre de 2013

Porque 20 años no son nada

Jorge Perugorría se encargó de animar a los presentes refiriéndose a la intrascendencia del tiempo acudiendo a la siempre bienvenida melodía cantada por Gardel

Es posible que esos «veinte años no sean nada», pero lo cierto es que en Perugorría, siguiendo su apunte, las nieves del tiempo sí han platearon su sien. Sin poder recordar si la de ayer era su primera visita a Toledo -algo que debería ser «imposible» de haber pisado antes la ciudad- el actor y director cubano acudió «orgulloso» a un encuentro orquestado para conmemorar los 20 años cumplidos por la película ‘Fresa y chocolate». Una cinta -dirigida por Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío- que «tuvo una acogida inolvidable para nosotros» porque, apreció, «nos recuerda nuestro primer viaje a España, que fue con esta película, y son muchos sentimientos encontrados» surgidos a raíz de esta «idea bien bonita».

Idea conseguida por los organizadores del Festival Internacional del Cine y la Palabra que hasta el día 1 se celebra en la ciudad y que, en este homenaje, ha querido sumarse a la lucha por desterrar toda forma de discriminación en el mundo.

Y puesto que el estreno de este trabajo marcó «un hito histórico» en la lucha contra la homofobia y la intolerancia, el Cigarral del Ángel Custodio fue el lugar de cita para actores, directores, productores y trabajadores de un oficio que debería ser «cuidado porque es parte de la identidad de un país». No faltaron los incondicionales de la película y de los actores que, todo hay que decirlo, se mostraron cercanos y encantados con el encuentro.

Insistiendo en que de haber estado en Toledo lo recordaría «porque lo que estoy contemplando es increíble», Jorge Perugorría estuvo acompañado por Vladimir Cruz, Mirtha Ibarra y Joel Angelino, cuatro de los actores de la película, un grupo que pese a su acento se siente como en su casa en España. Por ello, y sabedores de que el panorama no está para artificios, mostraron su tristeza por la situación por la que está atravesando el cine español, algo que «es una lástima cuando, además hay tanto talento, grandes directores y grandes actores», una riqueza «de la que este gobierno debería ser más consciente».

«En cuba... va La cosa». Por sentirse parte del cine español y afirmando que «esta crisis me toca a mí también», Perugorría -que acabó claudicando en la lucha con sus recuerdos al afirmar que «no había estado nunca por acá»- confirmó que «la cosa va en Cuba» y que «los cambios y apertura» en la que está inmersa la isla está generando «un dinamismo en la sociedad» ante la perspectiva de poder comprar y vender viviendas, poder viajar y, en definitiva, «poder tratar de realizar un sueño dentro de la isla». Esto es, «sin tener que salir de ella para llevarlo a cabo».

Sin dejar Cuba, lugar en el que vive y trabaja, este actor y director de cine anunció que está terminando la postproducción de una película, por el dirigida y protagonizada por Mirta Ibarra, que estará lista para mediados de año y que se llama ‘Fátima o el parque de la fraternidad’. Además, va a rodar ‘Vuelta a Ítaca’, un trabajo con guión del escritor cubano Leonardo Padura dirigido por el francés Laurent Cantet.

Acostumbrado a hacer cine con los recursos mínimos y sonriendo al apuntar que «nosotros hemos estado en crisis siempre», Perugorría espesó su deseo de poder presentar en España su película ‘Se vende’ que es, al fin y al cabo, un homenaje «al arte de la supervivencia».

Porque de crisis «sabemos bastante», este cubano instó a «no perder las ganas de vivir y de continuar hacia adelante». Una invitación que, ayer, fue compartida por los presentes que, una vez más, se sentaron para recordar los detalles de un trabajo que obtuvo el Oso de Plata en el Festival de Berlín, el Goya en España y la primera candidatura al Óscar de una película cubana.

Fuente: latribunadetoledo.es - lunes, 25 de noviembre de 2013

viernes, 22 de noviembre de 2013

martes, 12 de noviembre de 2013

Exhibirán película cubana `Se Vende´, dirigida por Jorge Perugorría, adaptada para personas con discapacidad

La película cubana Se Vende, dirigida por Jorge Perugorría, se presentará adaptada con audio descripción, y subtitulada para discapacitados visuales y auditivos, el próximo miércoles en la Sala uno del Multicine Infanta, en La Habana.

La cinta se estrenó en el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano del año 2012, y cuenta con un destacado elenco encabezado por el propio Perugorría, Mirtha Ibarra y Mario Balmaseda.

Guillermo Rodríguez Llerena, secretario de cultura de la Asociación Nacional del Ciego (ANCI) en La Habana, señaló que la proyección de filmes cubanos adaptados para el disfrute de personas discapacitadas, constituye uno de los logros con que se saluda el VII Congreso de la ANCI, programado para fines del presente mes.

Añadió que, la película correspondiente al mes de diciembre se ofrecerá el tercer miércoles en lugar del segundo, a fin de no coincidir con las sesiones del próximo Festival del Nuevo Cine Latinoamericano.

Fuente: Félix Milián - AIN | www.cubainformacion.tv