sábado, 4 de agosto de 2012

Crónica de un amor anunciado


Amor crónico, el más reciente   estreno del cine cubano, sigue la   gira nacional de la cantante cubanoestadounidense  Cucu Diamantes
Frank Padrón / 29-07-2012 / 15:02 / Trabajadores

Documental ficcionado o viceversa,   Amor crónico, el más reciente   estreno del cine cubano, sigue la   gira nacional de la cantante cubanoestadounidense   Cucu Diamantes,   mientras se erige en sui   géneris homenaje al cine insular.   
La dirección corrió a cargo   de Jorge Pichy Perugorría (Fresa   y chocolate), actor que ya se colocó   tras las cámaras junto a su   colega Vladimir Cruz en un largo   de ficción (Afinidades) aunque   antes lo había hecho junto al cineasta   Arturo Sotto en el documental   Habana Abierta, sobre el   prestigioso grupo musical.   
Esta vez une de algún modo   ambas experiencias, y mientras   expone algunos de los momentos   en los teatros provinciales visitados   por la artista, también crea cierta   historia fictiva con el fan Guarapo,   enamorado platónico de ella, quien   se imagina a ambos estelarizando   videosclips donde también se homenajean   momentos significativos   de la música y del cine nuestros.   
Hablando de esos últimos,   abundan las citas y referencias:   películas cubanas como Memorias   del subdesarrollo, La muerte de   un burócrata, Alicia en el pueblo   de maravillas, Lista de espera,   Miel para Oshún o la propia Fresa…   aparecen mediante instantes   o escenas que, echando mano a la   parodia o la paráfrasis se insertan   de modo suficientemente orgánico   al relato, no así ciertos diálogos y   momentos —sobre todo del “romance”—   que se antojan un tanto   forzados, reiterativos y/o superfluos.   
Cucu Diamantes es una cantante   que domina la escena, se   manifiesta en ella con sensualidad   e irreverencia saludables,   y se pasea por varios géneros de   una sonoridad que expresa sus   raíces tanto habaneras como   neoyorquinas —como gusta de   repetir, acaso también en exceso—   trabajando con enjundia lo   mismo el bolero, el son y la rumba,   que ciertos elementos del patrimonio   estadounidense devenido   internacionales (jazz, rock)   o de la salsa, e incluso ciertas   confluencias interculturales que   enriquecen ambos tron(c)os musicales;   lo cual acentúa la sólida   banda que la acompaña, enriquecida   por el aporte de grandes talentos   de acá que fungieron como   artistas invitados.   
Todo ello nos hace perdonar a   la intérprete evidentes problemas   de dicción, y una como rigidez a   la hora de interpretar que endurece   a veces en demasía la entrega;   la gira resultó, de cualquier   modo, un reencuentro de raíces,   dada la indudable empatía que   estableció con el público cubano,   léase tanto el de provincia como   el capitalino, algo que el filme   potencia con una inteligente labor   en el empleo de las cámaras,   la edición, las luces y el sonido,   particularmente en las muchas   escenas que recogen momentos   de las actuaciones en los teatros.   Y hablando de actuaciones, vale   resaltar no solo a los protagonistas   de la historia central (junto   a Cucu aparece Liosky Clavero   como Guarapo, en un desempeño   simpático y desenfadado) sino   a destacadísimos actores que se   suman a los referidos homenajes,   a veces con meros cameos, pero   suficientes para lograr a plenitud   tal objetivo: el propio Pichy, Luis   Alberto García, Néstor Jiménez,   Broselianda Hernández, Laura   de la Uz, Mirta Ibarra, Alberto   Pujols, Mario Limonta…   
Tenaz en una recurrencia   del cine cubano (la emigración,   los viajes de “ida y vuelta”, los   reencuentros…) al que se reverencia   partiendo de varios de   sus títulos emblemáticos; testimonio   de la gira exitosa de una   artista respetable; road movie   original que una vez más difumina   barreras de géneros artísticos   ensanchando, sobre todo,   las fronteras del documental,   Amor crónico es una significativa   experiencia del cine cubano   contemporáneo.