La historia de Rosa Elena y Ernesto con sus consecuentes puntos de giro dejó atónitos a los más escépticos y a los más románticos nos exacerbó la creencia en amor, a pesar de cualquier obstáculo a nivel emocional o incluso físico.
Excelentes actuaciones de Isabel Santos, Laura de la Uz, Luis Alberto García, y Jorge Perugorría NO admiten posibilidades dubitativas.
A propósito, Jorge Perugorría tuvo un 2014 bien agitado cumpliendo también roles de director en la pieza Fátima o el parque de la fraternidad, para muchos la consagración histriónica de Carlos Enrique Almirante transfigurado.
Transfigurado esta vez con todo y maquillaje, aplaudo su actuación; aunque no puedo demeritar a Tomas Cao dando muestras de sus excelentes desdoblamientos sobre la escena, algo a lo que ya nos va habituando, al igual que Jazz Vilá y la camaleónica Mirtha Ibarra.
Otra vez como tributo al dramaturgo Héctor Quintero, el realizador cubano Juan Carlos Cremata se lanzó en la increíble aventura de llevar a la pantalla grande esa genial pieza que es Contigo pan y cebolla. Malo que todo quede así tal cual, como si de la obra se tratara. No obstante plausible esfuerzo el de los consagrados Alina Rodríguez y Enrique Molina, a mi juicio procurando salvar un guión que no tenía muchas posibilidades de salir a flote.
El cine cubano goza de buena salud, aunque se repitan tópicos y adolezca de rostros nuevos… aunque se enfoque casi siempre, y enhorabuena por eso, en mostrar una Habana sin colorete.
Fuente: radiorebelde.icrt.cu / Liz Martínez Vivero